martes, 3 de octubre de 2023

Los gatos de Alberta: su historia

 Desde que tengo memoria, en mi casa siempre hubo gatos, pero apenas tenía relación con ellos. No me acuerdo a qué edad empecé a socializar con ellos.

Parrulo, en una foto tomada el 29 de noviembre de 2015

Hubo un día, en que llegó a casa un gato hambriento y con un pelaje muy desmejorado. Al ver que atacaba a los de casa, decidí darle de comer. Nunca dejó que le tocase, pero siempre se acercaba a casa para pedirme de comer. Le puse de nombre Parrulo, de lo rellenito que se llegó a poner. Llegó un día que vi que le salía el ano, estuvo desaparecido durante un día o dos. Me lo encontré muerto en la huerta de casa.

Nunca pensé que esto iba a ser el final de un principio que estaba por empezar respecto a los gatos abandonados. 

Primer gato anaranjado ( 17 de junio de 2019)

Al cabo de unos meses, me apareció un gato, en este caso de pelaje anaranjado. Estaba en los huesos y pensé que su muerte era inminente. Conseguí que viviese unos meses más. 

Más adelante, me apareció otro anaranjado. Si el primero era cariñoso y dejaba que le acariciase, éste no se dejaba ni tocar. Un día, veo que arrastra sus patas traseras. Tenía una herida en un costado; acabó falleciendo a los pocos días.

Alma (13 de junio de 2021)

Llegamos a 2016 y aparece una gata tipo vaquita. Fue amor a primera vista. Cuando me vio, se acercó a mí, dejó que la tocase; es como si nos conociéramos de toda la vida. Le puse de nombre Alma. 

En casa tenía a más gatas: Mora, Ara y Leila ( un día marchó de casa y no volví a saber nada de ella). 

En el 2017, Mora empieza a ponerse malita y parte hacia el arcoíris un 28 de septiembre de ese mismo año. Me dediqué en cuerpo y alma a su cuidado y su partida me rompe el corazón. En aquel momento, rota de dolor, pienso para mí que no quiero más sufrimiento y cuando me despida de Alma, Lúa y Ara, no quiero más gatos en casa.

Gato gris (12 abril de 2020)

En el 2020, me aparecieron otros dos gatos abandonados: uno de color negro y otro atigrado, cada uno con su carácter más o menos dócil. El de color negro es muy exigente, un poco agresivo y sólo piensa en comer; mientras que el atigrado era más tranquilo y esperaba en la puerta para que le diese de comer y hablo en pasado porque desde agosto de este año no lo he vuelto a ver, no sé si ha fallecido o es que para por otra casa. A ninguno de los dos, les he puesto nombre.

Gato negro ( 13 de junio de 2021)

Aparte de estos dos, también aparecía una gata negra, pero ella venía de forma esporádica y en plan fugitivo.

Año 2007, un punto de inflexión


Llevaba dos años en los que sabía que aquello que me pasaba no era normal. Empecé con lo que parecía una contractura en el cuello, pero pasaban los días, semanas, meses y no pasaba ni con antiinflamatorios, ni fisioterapia...Poco a poco, una tarea como barrer se convirtió en un suplicio: tenía que descansar al poco de empezar; estaba mejor de pie que sentada, en el autobús tenía que ir con la cabeza apoyada en el reposacabezas,...

Hasta que llega febrero del 2007...Después de pasar varios días en cama por un catarro o gripe, me levanto un día y se me gira la cabeza hacia el lado izquierdo, junto la mandíbula con la clavícula...De forma instintiva, sujeto la cabeza con la mano por la zona de la barbilla y así puedo ver por dónde voy al caminar.

Ahí empieza un calvario. Relajantes musculares, pruebas diagnósticas que salen sin ninguna alteración, incluso me envían a rehabilitación. El fisioterapeuta que me atiende, al ver que no hay ninguna mejoría, habla con la especialista y me envían a Neurología. Y aquí me dan el diagnóstico: distonía cervical.

Mora ( 15 de agosto de 2014)

No me acuerdo muy bien cuándo, pero sí que en más de una ocasión he tenido que levantarme de la mesa e ir corriendo a acostarme por el dolor tan intenso que recorría mi columna vertebral de arriba hacia abajo. Permanecía inquieta, con los ojos cerrados durante un tiempo y cuando aminoraba un poco, los abría y ahí estaba ella, a mi lado, haciéndome compañía. 

Ella no era otra que Mora.

Lúa ( 05 de julio de 2020)

Lúa, una gata especial


El camino con una enfermedad rara no es fácil y además siendo tan desconocida como la mía. Te toca aprender día a día.

Pero en el 2016 aparece en mi vida Lúa, una panterita negra, y cambia la perspectiva de afrontar mi enfermedad. Siempre venía a junto mía, era una dulzura de gata.

No se merecía partir tan pronto. Un 17 de junio de 2021, marcho con ella de urgencias al veterinario: respira de una forma extraña. Fue una noche muy dura para mí, una noticia dura detrás de otra: leucemia, inmunodeficiencia y líquido en el pulmón. Solución: dormirla. Fue la decisión más dura y dolorosa de mi vida. Lloré desconsoladamente, durante un tiempo me embargó el sentimiento de la culpabilidad, pero supuso una lección muy importante...Empecé a tomar conciencia sobre muchos asuntos relacionados con los gatos que ignoraba.

Año 2021, un año de color negro


Ara ( 08 de abril de 2016)

Antes de Lúa, en marzo partió Ara, también una pantera negra. 

Al ver que ya no estaba ni Lúa ni Ara, Alma se convirtió en mi consuelo diario, junto al gato negro y al gris, que me distraían cuando venían a casa para comer.

Llegamos a octubre. Una vecina viene con una panterita negra a mi casa. Le escapa, pero consigo cogerlo con facilidad. Dice que le apareció por casa, pero nadie lo reconoce como suyo ni tampoco lo quieren. Como ya lo tengo en brazos, decido quedármelo. Lo bauticé como Makki. Era muy travieso e inquieto, le encantaba jugar con mis manos. Todo el mundo se enteró que tenía un gato en casa por todos los tatuajes que me hizo en ellas. En aquél momento, no lo sabía, pero ahora he descubierto que Makki fue un gato arcoiris.

Año 2022


Makki sigue creciendo; incluso Alma y él se hacen amigos, hasta que llega el domingo 8 de mayo de este año. 

Por la finca de casa, anda un gatito pequeño solo. Al segundo intento, consigo cogerlo y me lo llevo para casa. Estaba hambriento y cogía dentro del plato, por lo que tendría un mes de edad. Decidí quedármelo y le puse de nombre Leo.

Makki y Leo ( 23 de mayo de 2022) 

Makki y Leo se hicieron grandes amigos y se lo pasaban pipa jugando, pero la alegría duró poco. En junio, temí tener que despedirme de Makki, pero por suerte todo quedó en buen susto.

Cuando parecía que por este año ya no tocaba que apareciese un gato abandonado, llega a finales del verano y me dicen en casa que han visto a tres gatitos muy pequeños. Consigo verlos, incluso cuento que no son tres, sino cuatro ( dos eran panteritas). Eran huidizos, esquivos, no salían o se escondían si detectaban la presencia de personas.

Por el día pasaban por casa, pero una noche descubrimos que su madre venía a recogerlos. Eran crías de la gata negra que venía a comer en plan fugitivo. 

Había días que no los veíamos por casa, pero, por casualidad, nos los encontrábamos por fincas cercanas.

Desde el 29 de septiembre, tres deciden establecerse en mi casa y desde entonces, no volvimos a ver a su madre ni a su cuarta cría. Pensamos que la madre había fallecido. Y ahí empieza mi tarea de socialización, algo que me han ayudado enormemente Leo y Makki, incluso se hicieron amigas de ellos antes que de mí.

Minnie y Brisa ( 7 de octubre de 2022)

Cada día iban tolerando más mi presencia, se iban acercando cada vez más a mí, hasta que llegaron hasta la puerta de casa y empiezan a entrar dentro. 

Un 13 de noviembre, veo que Minnie, la panterita, no come y me la llevo para dentro y la fuerzo a comer. Llega la noche del día siguiente, ya está mejor, pero decido que tiene que pasar una noche más en casa y ahí es cuando las otras dos empiezan a golpear la puerta. Estoy tan agotada que sólo pienso en descansar, así que decido abrirle la puerta y que también duerman dentro.

Mi objetivo fue socializarlas para darlas en adopción, pero llegado a este punto, y después de analizar muchas cosas, ya ni lo intento.

Año 2023


Este año lo inicié como terminé el 2022: en la clínica veterinaria. Toca castrar, ya que el tiempo apremia. Minnie fue la primera en pasar por el quirófano, el 26 de diciembre. La siguiente fue Brisa, el 13 de enero. 

Anís (2 de septiembre de 2023)

Anís fue la que más visitas tuvo al veterinario: había que tratarle una tos que tenía hasta que descubrieron que era debido a la toxacara cati y cuando parecía que se podía castrar, entró en celo. Finalmente, se pudo operar el 6 de marzo.

Cuando parece que puedo respirar tranquila, a mediados de marzo me llega la noticia de que la gata negra, su madre, está viva y que su cuarta cría para en la casa de una vecina. A los pocos días, vuelve a aparecer por mi casa ( la gata negra) y sí, vuelve a estar preñada. 

No sé dónde va a tener sus crías ni que va a hacer con ellos, pero tengo claro que tengo que ganarme su confianza para intentar cogerla y llevarla a esterilizar.

Las tres panteritas, de izquierda a derecha Morfeo, 
Venus y Asher ( 10 de junio de 2023)

Un 2 de junio me trae sus crías y dos días después veo que son tres panteritas. Se establecen debajo de un hórreo los cuatro. En esta ocasión, no son tan esquivos como sus hermanas; incluso conseguí que su madre se deje tocar. Esto me ha permitido que desde el 22 de junio,  ya esté castrada. 

Katúa (13 de septiembre de 2023)

Las nuevas panteritas son una hembra y dos machos. Sus nombres: Venus, Asher y Morfeo. Su madre también tiene nombre: Katúa; creo que se escribe sin tilde, pero a mí me gusta pronunciarlo con ella. Fue una sugerencia de la Asociación Michis Compostela.

Resumiendo, he llegado al 2023 teniendo que repartir mimos y platos de comida entre Alma, Makki, Leo, las hermanas Brisa, Anís y Minnie, los hermanos Venus, Asher y Morfeo y su madre, Katúa; y el gato negro. 

Y así, de una forma muy resumida, se escribe mi historia felina, donde las panteras son las protagonistas indiscutibles de la misma.


Los gatos de Alberta: reflexiones, preguntas y respuestas ( parte III)



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